Tribuna de Leticia Martínez, coordinadora de Izquierda Unida de Cantabria

Hacía 6 años que en España no se convocaba una huelga general y no será porque falten los motivos. En esta ocasión, la convocatoria a la que están llamados los trabajadores y las trabajadoras de nuestro país recoge como eje vertebrador el papel de las mujeres en la sociedad, porque si nosotras paramos se para el mundo.

Una huelga feminista laboral, estudiantil, de cuidados y de consumo totalmente justificada porque, a pesar de representar a más del 50% de la población, un sistema patriarcal hecho de, por y para los hombres, no nos permite, a las que debiéramos ser sus compañeras y no sus sirvientas, ocupar el espacio político, social y familiar que nos corresponde.

Porque vivimos en una sociedad machista donde el poder sigue siendo reservado a los hombres y los espacios de ‘menor valor’ impuestos a las mujeres; porque somos nosotras las que mayoritariamente renunciamos a nuestros empleos para ocuparnos de las tareas domésticas y los cuidados, que no son remunerados pero que también son trabajos; somos nosotras las que menos puestos de catedráticas ostentamos pese a haber más universitarias que universitarios; somos nosotras las que, en Cantabria, ocupamos el 64% de los empleos peor remunerados, siendo nuestras nóminas y pensiones un 28,9% y un 41% inferiores que la de nuestros compañeros varones; somos nosotras las que pasamos miedo al volver a casa, las que somos maltratadas, violadas o asesinadas por ser mujeres; somos nosotras las que en reuniones mixtas sólo ocupamos el 25% de las discusiones y donde nuestra opinión o exposición, además, ha de demostrarse con mayor intensidad, cuando no es tomada con paternalismo y condescendencia; somos nosotras las que, desde Shakespeare a Disney, hemos sido salvadas de lo alto de torreones -sólo éramos guapas y dulces- por hombres que empuñaban espadas y poseían la inteligencia y la fuerza; es a nosotras a quienes sirven el refresco a la par que la bebida alcohólica es para nuestra compañía masculina, aunque el pedido sea a la inversa; somos nosotras las que todavía no hemos ocupado ni la presidencia de este país ni la jefatura de Estado.

Pero también somos nosotras las que conseguimos que la Consejería de Turismo rectificase este verano tras usar el cuerpo de una mujer como reclamo para visitar nuestras playas -como si las playas no se vendiesen solas sin la ayuda de ningún culo que mostrar-; somos nosotras las que defendimos que los premios deportivos han de ser iguales para ambos sexos, tras saber que en un campeonato de surf de Laredo el importe de los premios para las mujeres era cuatro veces inferior que el de nuestros homólogos varones; somos nosotras las que señalamos la vergonzosa programación de una velada de boxeo femenino en Camargo, patrocinada con dinero público y que contaba entre sus anunciantes con tres prostíbulos, lugares donde la mujer es explotada sexualmente y utilizada como mera mercancía. Sí, también somos nosotras.

A estas alturas más de uno habrá dejado de leer porque cuestionar los privilegios de la mitad de la población y, por ende, de la actual realidad, a veces duele. Claro que duele. A nosotras nos lleva doliendo toda la vida. Y sí, también imagino lo que estáis pensando otros, que también hay mujeres machistas. Y estáis en lo cierto, porque no existe ninguna persona ajena a la socialización que históricamente se ha hecho en privilegio del hombre y en detrimento de la mujer. Pero incluso en este caso, esa mujer machista seguirá perteneciendo al colectivo oprimido, mientras que el hombre, por muy comprometido que esté con la igualdad, seguirá perteneciendo al colectivo opresor. Sí, ya sé que tú, compañero, no eres machista y que ‘not all men’ pero revísate por qué, en una tribuna en la que reclamo (reclamamos las feministas) ocupar el espacio que nos pertenece y nos ha sido limitado y arrebatado a lo largo de los siglos, también tienes que ser tú el protagonista (ofendido) de mis palabras.

Porque el espacio y el tiempo son limitados y para que nosotras ocupemos aquel que nos corresponde, vosotros, compañeros, debéis revisaros vuestros privilegios y ser conscientes de que ya no sois los únicos que decidís cómo se parte y reparte la tarta.

Así que, compañeros, si queréis ser parte activa este 8 de marzo, podéis serlo, junto a nosotras secundando la huelga, como cualquier persona que trabaja, estudia, cuida o consume. Y en el caso de que por la categoría de vuestro trabajo, se requieran servicios mínimos, podéis ser parte activa ofreciéndoos a realizarlos para que nosotras podamos ir a la huelga. Y si en vuestras casas hay tareas domésticas y de cuidados por realizar, podéis ser parte activa ocupándoos vosotros para que nosotras podamos hacer la huelga. Si consideráis que es un gran sacrificio por vuestra parte, pensad que nosotras lo hacemos el resto del año. Y que no debe ser un sacrificio, sino un trabajo compartido y consensuado entre hombres y mujeres.