El pasado 16 de junio la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP) otorgó al todavía presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, la medalla de Honor de la prestigiosa entidad. Justifica el rector, César Nombela, que tal elogio se realiza por impulsar el homenajeado “la simbiosis entre ciencia y humanismo”. Intentaré señalar los motivos por los cuáles, a mi juicio, creo que tal premio, lejos de merecido, es injusto e irracional. Para ello lo haré relatando dos situaciones cuanto menos poco discutibles tanto en el ámbito de la ciencia como en el del humanismo.

En primer lugar, el citado Presidente era Primer Ministro de Portugal cuando, en 2003, acogió la terrible “Cumbre de Las Azores” mientras cientos de miles de portugueses se manifestaban en las calles contra esa barbarie que inició la segunda invasión de Irak. Aquella instantánea en la que el señor Aznar, Blair, Bush y él mismo es la que inició una guerra contra Irak sin el aval necesario de las Naciones Unidas y en contra del Derecho Internacional, so pretexto de la existencia de armas de destrucción masiva. Cuestión que la realidad demostró que no fue cierta y lo peor, cuestión que quedó impune aunque sirvió como excusa para usurpar, entre otras materias, las riquezas petrolíferas y también los enormes fondos culturales y científicos que existían en ese Estado. En este sentido cabe destacar que el Museo Nacional fue saqueado (desparecieron 170.000 objetos del museo, museo que era la mayor colección de antigüedades de Sumeria, Babilonia y Asiria en el mundo), así como la Biblioteca Nacional (sede de los archivos nacionales y de algunos de los libros más raros del mundo), y la vecina Biblioteca Islámica (donde había miles de ejemplares del Corán, incluido el ejemplar más viejo que se conocía) ardió en llamas.

Durão Barroso es cómplice de un conflicto humanitario y cultural-científico en ese estado, cuyas causas y consecuencias persisten en la actualidad con el resultado de miles de muertos y la caótica vida de la inmensa mayoría del pueblo iraquí.

En segundo lugar, Durão Barroso como Primer Ministro de Portugal en el año 2003 realizó una serie de políticas conservadoras en connivencia con el partido socialista (ahora llamadas “reformas estructurales”) en materia económica pero también materia de educación y ciencia donde los recortes de inversión pública y las privatizaciones fueron eje de su acción política.

Decisiones fuertemente contestadas por los portugueses que veían como la austeridad incrementaba la tasa de desempleo y la recesión económica, todo eso en su primer año de mandato. Este otro “saqueo” vino acompañado de graves acusaciones de corrupción administrativa y el progresivo empeoramiento del acceso a las enseñanzas medias y superiores. Una situación muy parecida, por no decir idéntica, a la ocurrida al otro lado de la frontera, en nuestro país, y que en el caso portugués concluyó con un fuerte correctivo electoral de los conservadores en el año 2005 (como el PP el 25M) y lo peor, con la necesidad de un rescate financiero jamás conocido con graves consecuencias, tanto para la mayoría de la población como para la investigación científica en ese país.

Por eso, cuanto menos sorprende que una de las más prestigiosas universidades de nuestro país premie la trayectoria de singular personaje. Imagino que cualquier universidad debe premiar a aquellos que destaquen por su aportación científica o a aquellos que contribuyan con su trabajo o acción a mejorar el entorno donde actúan. Sin embargo, en el caso del señor Durão Barroso se premia a una figura cuya vida política ha estado siempre ligada al fracaso colectivo por las decisiones tomadas y castigada por los evaluadores de las mismas (los ciudadanos en las urnas) con el agravante de ser tanto a nivel nacional como europeo e incluso contestadas mediante la movilización de la ciudadanía europea (Pacto por el Euro). El profesor Vicenç Navarro en la propia UIMP criticó duramente el castigo a las clases populares de las políticas neoliberales impulsadas tanto a nivel nacional como europeo.

Y ante tal desempeño, Durão Barroso se permite la licencia de derivar su responsabilidad al deficiente papel supervisor del Banco de España (si éste es independiente del poder político fue gracias al bipartidismo europeo donde él está inserto) y augura males provenientes del nacionalismo “cerrado” o el populismo… Todo con la intención de esquivar inútilmente su propia responsabilidad. Por ello, me sorprende, y me indigna a la vez, que cuando la sociedad mayoritariamente le ha rechazado una y otra vez por todo lo anterior, la UIMP le premie.

 

Publicado en el Diario Montañes